Por José Torres.-

Encontrar un empleo es el mayor desafío que tienen los jóvenes en la República Dominicana, sobre todo entre los 15 y 24 años, donde la tasa de desempleo se ubica en un 15.5% según los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

De acuerdo con el informe elaborado a raíz de lo tratado en el V Foro Intermunicipal de Políticas Públicas de Juventud y Empleo, la República Dominicana a diciembre del 2022, alcanzó la tasa de desempleo más alta de Latinoamérica y el Caribe. La última vez que el país había logrado ese despreciable sitial fue en diciembre del 2003.

De igual manera, dicho informe indica que el 55.3% de los jóvenes dominicanos se encuentran desocupados o inactivos, dejando el 44.7% restante a trabajadores formales e informales. Es decir, que más de la mitad de la población joven del país se encuentra actualmente sin empleo.

Pese a lo anteriormente explicado, causa asombro que en su discurso de rendición de cuentas el señor presidente, Luis Abinader, informara al país que en «2022 los jóvenes entre 18 y 30 años ocuparon 33,927 de los 89,000 nuevos puestos de trabajo creados».

A su vez, dibuja un escenario totalmente distinto diciendo que “tenemos la mayor cantidad de jóvenes con un empleo formal de la historia”, obviando la realidad que viven miles de jóvenes y las cifras que organizaciones locales e internacionales han revelado y que apuntan que es todo lo contrario.

Mientras más jóvenes se encuentren dentro de las cifras negativas, mayor propensión a la delincuencia y ante la falta de oportunidades la fuga de cerebros y de fuerza laboral de nacionales hacia otros países de la región, como la famosa “Vuelta por México”, que podríamos bien denominarlo como indicador del incremento de la desigualdad social y el carente poder adquisitivo de los dominicanos y dominicanas en estos últimos años.

En ese sentido, es importante puntualizar que, no es lo mismo tener un empleo a tener un empleo de calidad, que provea seguridad social, crecimiento económico, oportunidades de desarrollar habilidades dentro de la formación académica obtenida y, por otro lado, un ambiente óptimo para impulsar el emprendimiento. Esto sigue siendo una deuda social e incluso, política del gobierno del PRM.