Santo Domingo.- Ante el debate sobre derogar la Ley 108-10 de incentivos a la industria cinematográfica, el reconocido cineasta Bladimir Abud hace un llamado a preservar y mejorar esta ley crucial, no solo por su impacto económico positivo, sino por el valor incalculable del cine como patrimonio cultural de la nación.

Abud afirma que el cine constituye uno de los medios de expresión artística con mayor impacto social, cultural e histórico en los siglos XX y XXI. Citando a Stam (2000), señala que «las sociedades construyen códigos culturales que se expresan en el cine». Así, el séptimo arte representa y construye la personalidad, el pasado y la historia de un pueblo, adquiriendo un valor documental invaluable que instituciones como la UNESCO y la Unión Europea reconocen como patrimonio cultural. Es un testimonio vivo que necesita ser analizado y resguardado por su trascendencia.

Si bien Abud enfatiza los aportes económicos de la ley, con 25,000 empleos directos generados e inyección de más de 100 millones de dólares en inversión privada desde 2012, subraya que «debemos centrarnos en su contribución al enriquecimiento de nuestro acervo cultural. Cada película dominicana es una oportunidad para contar nuestras propias historias y plasmar nuestras realidades diversas desde perspectivas únicas. El cine es nuestra voz ante el mundo.»

Gracias al empuje de esta ley, la industria local ha alcanzado niveles comparables a países con tradición cinematográfica centenaria, logrando reconocimiento internacional con numerosas producciones galardonadas en festivales de renombre. «Esto posiciona a República Dominicana en el mapa cultural global y refleja la diversidad de narrativas que ahora podemos proyectar», afirma el cineasta.

Abud propone modificar la ley en lugar de derogarla, implementando una regulación y supervisión más exhaustiva. «No podemos negar a nuestro pueblo su derecho a un cine que refleje la complejidad y riqueza de sus realidades. Esta ley ha sido clave, pero necesita mejoras para fomentar un diálogo cultural más rico y diverso. El cine dominicano es un vehículo de expresión, una ventana al mundo y un espejo para nosotros mismos que merece ser preservado y fortalecido.»